Biografía

Refiriéndose a Guillermo Venegas Lloveras, manifestó cierta vez el insigne violoncellista y compositor clásico Pablo Casals: “no sé de compositor alguno en la historia de la música que, sin haber estudiado, haya compuesto a su nivel”.

Este gran artista e intelectual boricua era hijo de Rafael Venegas Oliveras y María Lloveras Soler. Narraba que sólo llegó a terminar sus grados académicos elementales, pues por causa de su conducta indisciplinada fue suspendido del sistema de Instrucción Pública. Por tanto, se vio forzado a educarse de manera autodidáctica. Había iniciado el aprendizaje de la guitarra a la temprana edad de ocho años. Un negro herrero llamado Juan Jeliga, amigo de su familia, le enseñó lo básico del instrumento. A partir de los 10 desarrolló un hábito insaciable por la lectura. Antes de llegar a la adultez se había familiarizado con los grandes maestros de la filosofía y la literatura universal. A los 11, compuso su primera canción, a la cual tituló “Ausencia” (1926). Un año más tarde escribió su primera canción, el bolero “Mi cabaña” – que se convertiría en una de sus obras consagratorias que William Venegas, la llevara al disco, bajo la etiqueta RCA Victor, en 1936.

Precisamente en 1936, siendo todavía quinceañero, debutó oficialmente como intérprete grabando sus pasillos “Desde que te fuiste” y “No me digan cobarde” para la RCA Victor. Mantendría una actividad constante como tal durante los próximos cuatro años. Sin embargo, en 1940, rechazó contrato que le ofreciera la compañía para mantenerlo como “artista exclusivo” manifestándole a los ejecutivos de que prefería no volver a grabar porque “soy un cantante muy malo”.

Mientras tanto, Guillermo Venegas Lloveras proseguía su adiestramiento en la ejecución de la guitarra. No tenía maestro fijo. Sólo, algunos músicos más experimentados, le brindaban orientaciones, incluso de solfeo, cuando él se las solicitaba. De todas maneras, logró dominar el instrumento a tal punto que, en 1945, el Departamento de Instrucción Pública – el mismo que le había cerrado sus puertas cuando él era niño – le concedió una beca para que ampliara sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de México.
Muy desafortunadamente, cuando se disponía a marchar a la capital mexicana para ingresar a dicha institución, un automóvil atropelló a su pequeña y única hija, justo frente a su hogar. Aquella tragedia le provocó una depresión tan profunda que nunca lograría superarla a cabalidad. Y, como era de esperarse, frustró su sueño de convertirse en concertista. Su vida cambió dramáticamente: el bohemio feliz que hasta entonces había sido se tornó en un ser amargado, cínico y soberbio, aunque al mismo tiempo muy espiritual.

Ya adulto, se enclaustró en su casa – en Guaynabo – a la que estampó el nombre de «Villa Insolencia». Al frente aparecía un letrero que advertía: “Villa Insolencia: por favor, no entre”. Y desde la calle podía divisarse a un oso, amarrado a una cadena, custodiando el portón trasero. Sólo allí sentía sosiego, rodeado de su esposa, sus hijos y compartiendo con su reducido círculo de grandes amigos.

En 1966, cuando la dirección de la Academia de Artes y Ciencias le comunicó su intención de rendirle homenaje y entregarle un galardón en la sede del Ateneo Puertorriqueño “por su gran aportación a las letras puertorriqueñas”, se negó a recibir tales distinciones. Rechazó, igualmente, el Doctorado en Artes Honoris Causa que le conferiría la Universidad Mundial preguntándole airado a la dirección de este recinto: “¿Qué he hecho para que me quieran bajar de mi pedestal de divinidades y ubicarme en el del profesional?” Siempre rechazó placas, pergaminos y proclamas que le ofrecían instituciones culturales, cívicas y educativas aseverando que “las placas son para los perros y los policías y, los pergaminos, para los intelectuales. Yo no pasto entre ellos”.

El 23 de marzo de 1969 se acreditó uno de los grandes triunfos de su carrera artística, cuando su balada “Génesis”, interpretada por Lucecita Benítez y orquestada por Pedro Rivera Toledo, mereció el Primer Premio en el Primer Festival de la Canción Latina del Mundo, celebrado en el Teatro de los Ferrocarrileros, en Ciudad de México. Tal obra sirvió de título al álbum del mismo título, “Génesis”, editado poco después, en el que la referida cantante también incluyó sus baladas Hasta que me oiga Dios, Primavera, Concierto para decirte adiós, La primavera, Apocalipsis y Raza negra.

Guillermo Venegas Lloveras cultivó el periodismo manteniendo columnas sobre temas filosóficos y artísticos, primero en el diario El Imparcial y, luego, en El Vocero. Publicó los poemarios Cien caras del amor (1972) y La Luna, Puerto Rico y yo (1976), así como los libros de filosofía Marzo o la oceanografía de un genio (1979) y Marzo 11, una voz para los siglos (1990).

En 1995, el sello Montilla editó el disco compacto Guillermo Venegas / Sus canciones, su voz, sus pensamientos (CDFM-3034), en el que es acompañado por el guitarrista Miguelito Alcaide. En este álbum, vocaliza Mi cabaña, Quebradillas, Tú bien lo sabes, Agonía, Borré tu amor, Mi último amor, Carita linda, Lo que tú digas, Por el camino del amor, Tengo miedo, Acércate, mi amor y Tu boca.

Víctima del cáncer estomacal que soportó durante años – ya se le había extirpado un tumor en el vientre en 1982 –, Guillermo Venegas Lloveras falleció en el Hospital Pavía, en Santurce, a eso de las 3:00 de la madrugada del 23 de julio de 1993.

Le sobrevivieron su esposa Lucy Chávez, sus hijos Rafael, Yeramar, María del Carmen y Guillermo Jr. También sus hermanos Rafael, Carmen Sara, Olga, Carlos y Ernesto. Fue sepultado en el Cementerio Municipal de su natal Quebradillas.

Más sobre sus obras

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Obras

Entre sus composiciones figuran:

  • Guayaquileño, madera de guerrero
  • Guayaquil, pórtico de oro
  • Esposa
  • En las lejanías
  • Lindo Milagro
  • Lo mejor de mi tierra
  • El Cóndor Mensajero (himno del migrante alusivo, en todo el mundo)
  • Playita mía
  • Mi primer amor
  • Quiero verte madre
  • Quedas tranquila
  • Para entonces
  • Historia de amor
  • Al oído

+ Baba

  • Madrecita
  • Cálmate corazón
  • Desde que te fuiste
  • En las lejanías
  • Por qué (pasillos)
  • El cartero
  • Chica linda
  • Venga conozca El Oro (pasacalle)
  • Perdóname Madrecita (vals)
  • El bautizo (albazo)
  • Pedazo de bandido (aire típico)

Entre otras, un compositor proficuo que creó entre pasillos, pasacalles, dansantes, San Juanito, vals, albazos, aire típicos y otros géneros musicales ecuatorianos